La Autopista del Sol, una obra emblemática de infraestructura vial en Perú, ha experimentado importantes retrasos desde su inicio en 2009. Con una longitud proyectada de 475 kilómetros y una inversión cercana a los 725 millones de dólares, esta autopista busca conectar estratégicamente las regiones norteñas del país, desde Trujillo (La Libertad) hasta Sullana (Piura). Sin embargo, tras 15 años de ejecución, apenas se ha completado el 50 % del proyecto, generando dudas sobre su futuro y la eficiencia en la gestión de megaproyectos.
Según la arquitecta chilena Fran Prat, la Autopista del Sol es actualmente el megaproyecto más rezagado del país, a pesar de que Perú avanza con al menos 15 obras de gran escala. El retraso se debe a diversos obstáculos administrativos y técnicos, sumado a casi una década de paralización que ha impactado negativamente sectores clave como el transporte, el comercio y el turismo en el norte peruano.
Uno de los aspectos más preocupantes es que algunos tramos registran un 0 % de avance. Entre ellos se encuentran el Evitamiento Pacasmayo, el tramo Pacasmayo – Guadalupe, el Evitamiento Mocupe y el Evitamiento Chiclayo. En conjunto, suman más de 54 kilómetros que aún no han sido intervenidos, lo que deja al proyecto en una especie de “stand by” indefinido y compromete la conectividad entre las regiones afectadas.
La concesión de esta autopista, otorgada por 25 años al consorcio Covisol bajo supervisión del Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC), contempla cinco estaciones de peaje distribuidas a lo largo del trayecto. Estas se ubican en Chicama y Pacanguilla (La Libertad), Mórrope (Lambayeque), y Bayóvar y Sullana (Piura). Hasta ahora, solo se han comprometido poco más de 262 kilómetros del total planificado, reflejando un avance insuficiente para una obra de tal envergadura.
Con más de 15 años en construcción y otros 10 años proyectados hasta su conclusión total, la Autopista del Sol se ha convertido en un símbolo de las dificultades estructurales que enfrenta el país para ejecutar obras de infraestructura a gran escala. La lentitud en su avance no solo retrasa el desarrollo económico de la región norte, sino que también pone en evidencia la necesidad urgente de mejorar la gestión de proyectos públicos en el Perú.