La inversión privada en el Perú, que representa cerca del 80% del total de inversiones del país, creció un 9% en el segundo trimestre de 2025, alcanzando su ritmo más alto en casi cuatro años, según datos del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP). Este avance significativo se apoyó en tres sectores principales: la inversión no minera no residencial, la inversión residencial y la inversión minera. La primera, que incluye proyectos como ampliaciones y renovaciones de oficinas, centros comerciales y maquinaria industrial, creció un 11,4%.
Por otro lado, la inversión residencial mostró una recuperación sólida con un crecimiento del 3,2%, impulsada por la autoconstrucción, mayor consumo de cemento y la expansión de créditos hipotecarios. La inversión minera también aumentó un 8%, destacando el avance en proyectos como Minera Las Bambas y Buenaventura, que incrementaron su inversión en infraestructura con desembolsos adicionales de US$33 millones y US$27 millones, respectivamente.
El economista Juan Carlos Odar, director de Phase Consultores, explicó que esta recuperación es una señal positiva para la economía peruana. “La inversión ha alcanzado un nuevo máximo después de caer y comenzar a recuperarse a fines del año pasado. Este crecimiento en la primera mitad del 2025 abre espacio para mejorar la capacidad de crecimiento de mediano plazo del país”, señaló.
Sin embargo, Odar advierte que la tendencia positiva podría moderarse en la segunda mitad del año. Entre los factores que podrían enfriar la inversión privada están un efecto estadístico por la base de comparación alta del segundo semestre de 2024, las protestas de mineros informales en julio que causaron bloqueos en carreteras, y la cautela típica de los inversionistas en períodos preelectorales. Pese a ello, proyecta que la inversión cerraría el 2025 con un crecimiento cercano al 6%.
Por su parte, el exministro de Economía Alfredo Thorne también destacó el buen momento de la inversión privada, aunque alertó sobre el impacto del ruido político. “La incertidumbre política suele aumentar el ahorro y reducir el consumo. No conoceremos el resultado electoral hasta abril, lo que genera cautela”, afirmó. Además, subrayó que, a pesar de los riesgos, el sector privado sigue siendo atractivo y lucrativo, y un programa económico serio podría impulsar el crecimiento.
Thorne reconoció que los indicadores adelantados ya muestran señales de desaceleración en la inversión privada y el consumo para la segunda mitad de 2025. Su proyección apunta a un crecimiento del PBI para el año del 2,7%, algo por debajo del consenso, con un enfriamiento mayor hacia fin de año.
Además de los riesgos internos, los economistas advierten sobre factores internacionales que podrían influir en la economía peruana. Odar mencionó la evolución de la economía china y las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, especialmente por nuevos aranceles anunciados, como amenazas que podrían impactar negativamente el crecimiento.
Pese a estos desafíos, el balance anual de la inversión privada se mantendría positivo, ofreciendo una base más sólida para el 2026. “Aunque haya incertidumbre electoral, la inversión privada seguirá creciendo, a diferencia de hace dos años cuando estaba en caída”, concluyó Odar.
En resumen, aunque la inversión privada muestra señales de robustez y crecimiento en la primera mitad del año, factores políticos y externos podrían moderar esta tendencia en los próximos meses. No obstante, el panorama general apunta a una economía con mayor dinamismo que el observado en los últimos años, preparando el camino para un crecimiento más sostenido a mediano plazo.