Nuestro mercado inmobiliario se encamina hacia una recuperación total pospandemia este 2026, de no mediar distorsiones durante el período electoral o los resultados de este. La estabilización económica lograda el año pasado y el crecimiento de la demanda en Lima, Arequipa y Trujillo, a partir el último trimestre del año 2025, hicieron que los precios de las viviendas suban entre 5% y 8%, según algunos indicadores de expertos.

La tendencia seguirá y los compradores buscarán propiedades en zonas consolidadas y con buena conectividad. Por ejemplo, en diversos distritos de Lima, los departamentos de entre 80 y 120 m2 lideran las transacciones. Fuera de la capital, en ciudades como Arequipa, Cusco y Piura el mercado de alquiler temporal de viviendas para turismo seguirá creciendo.

No obstante, las tasas de interés para créditos hipotecarios de entre 7y 9%, todavía constituyen un factor que limita el acceso al financiamiento (y por ende, a la propiedad formal) para muchas personas.

Este 2026 debería ser el año de la masificación de la (verdadera) vivienda social. Programas como Techo Propio y las alianzas público-privadas podrían ser una alternativa, que inyecte dinamismo al mercado y contribuya a cubrir el déficit habitacional de más de 1.8 millones de unidades que existe. La sostenibilidad este 2026: encontraremos desarrollos con certificaciones verdes, uso de paneles solares y otros.

Los desafíos para los operadores públicos no faltarán en este nuevo año. SUNARP avanzó mucho en el 2025 “destrabando” su burocracia y creando productos para mayor seguridad, pero las calificaciones en primera instancia, que inexplicablemente no conversan con los precedentes de observancia obligatoria, obligando a recurrir al Tribunal Registral, siguen siendo una barrera de acceso al registro, que debe superar el usuario, que amerita acciones urgentes de dicha entidad.

La generación de suelo urbano, por parte del sector vivienda, por años es una asignatura pendiente, a lo que se suma la escasez de terrenos urbanizables en las periferias de nuestras ciudades, lo que impide “la democratización” de los productos de vivienda que se lanzan. Ante esto, las constructoras seguirán apostando por la verticalización donde puedan.

En resumen, en el 2026 el mercado inmobiliario peruano transitará de la cautela a la expansión. No obstante, compradores y vendedores, deberán monitorear las obras de infraestructura (previstas o no) como las líneas del Metro de Lima o los corredores viales en el sur, pues incidirán en los precios.